lunes, 30 de marzo de 2009

Anticipo de Edgar Allan Poe



Esto debía ser un retrato en estilo vignette a la manera de Sully. Pero no lo es. Para serlo, no debería tener a la vista ni las manos ni nada más que los hombros y la cabeza...
Y yo lo intenté. De hecho, hice este fragmento de una imagen mayor trabajando sobre un auténtico retrato de Sully (y no de las más cursis) del que casi no queda más que el collar y la línea de los hombros en esto que veis.
Pero es que no me pude contener y tuve que poner el pájaro muriendo porque una vez imaginado ya no había como deshacerse de él. Dotaba a mi entender la escena que lo contiene de una morbosa crueldad que creo que la imagen necesitaba.
Y es que esto es un fragmento de la ilustración para el cuento "El retrato oval" de Edgar Allan Poe, que acabo de entregar hoy y con la que he cerrado la serie que van a aparecer en el volumen de cinco cuentos de dicho autor que traducidos por Margarida Trias va a publicar próximamente Combel - la misma editorial de Barcelona para los que ya hice "L'Odissea" el año pasado - dentro de su colección Lletres Majúscules.
Ya me extenderé más en el libro y mis intenciones cuando cuelgue aquí parte de ése material, siete imágenes en total, de las cuales tres a doble página. 
De momento, sirvan el retrato falsamente a la manera de Sully y el de mi gata lupe a mi manera de anticipo.
Y como oferta de lanzamiento, mire uno y vea dos: la imagen de los objetos en la pared roja es otro fragmento de otra ilustración, esta vez de la que corresponde a "Tres domingos en una semana".
L'Univers de Poe, Combel. Pronto en librerías. Espero.

lunes, 23 de marzo de 2009

Debilidades






Entre los primeros -primerísimos- que me encargaron algo, hace ahora 20 años, se cuenta la muy amigable gente de la revista infantil catalana "Cavall Fort", fundada en 1961 como un importantísimo y muy necesario ejercicio de amor a una cultura y transmisión de sus valores, entre los cuales la riqueza de su lengua y sus tradiciones así como el respeto al otro. 
Dicha revista consistía unas 20 hojas mensuales llenas de cómics, relatos, reportajes y pasatiempos que de pequeños recibíamos en mi casa y por la que nos peleábamos para ser el primero en leerla mi hermano y yo. De esas lecturas conocía yo la profesión de ilustrador (de la mano de grandes dibujantes de aquí como Llucià o Madorell o de fuera como Franquin o Peyo... y los días señalados del gigantesco Cesc...) y aunque la idea de serlo yo mismo algún día era aún -por decirlo de algún modo- proteica, sí que vistas desde ahora la admiración que me producían los dibujos de aquella revista y las ganas que yo ponía en hacer los míos parecían anunciar que mis pasos posteriores iban a ir por ahí.
Desde entonces hasta ahora, "Cavall Fort" ha mantenido un compromiso responsable con sus jóvenes lectores, y se ha ido adecuando en lo posible a los tiempos.
Así, hace ya algunos años, bastantes, que incluyeron una separata para los más peques llamada "el tatano" (caballito en lenguaje coloquial infantil) para la que he ido haciendo cosas cada vez que me las han pedido. La última es ésta que veis aquí, cuatro imágenes sobre una historia de Gemma Sais en la que con un cierto aroma de Gestalt un dragón que sueña ser bombero porque no quiere quemar a nadie acaba integrando por indicación de un sabio su instintiva agresividad, en lugar de intentar negarla, para hacer con ella fuegos de artificio para regocijo del prójimo. 
No sé porqué el orden en que aparecen aquí estas imágenes es invertido, lo que parece otorgarles nuevos y curiosos significados. Tal vez podría escribirse otra historia con ellas en este orden... aunque creo recordar que Esther Rubio, editora de Kókinos a la que ya siempre imaginaré en un coche abarrotado de cajas de libros, me enseñó un día algo de eso en su maravillosa casa-despacho, tan acogedora, cálida y sonriente conmigo como lo es también siempre ella misma.
Volviendo al tema del que quería hablar a propósito de las imágenes del Tatano, siempre he creído, y lo sigo haciendo, que lo importante para un ilustrador no es tanto el estilo gráfico como el discurso. Y que el discurso es lo que es personal e intransferible puesto que se basa en la propia voz, en la propia sustancia del artista.
Así, considero que esto que veis aquí es genuinamente mío, a pesar de que hay toda una tendencia en ilustración infantil - al menos en Barcelona y basada en lo que algunos de los que empezamos a trabajar para chavales en esta ciudad a finales de los 80 aplicábamos en nuestro enfoque en el trabajo y cuyo legado, a mi entender, ha ido siendo desarrollado, mixtificado, generalmente extraordinariamente bien ejecutado y a veces, o en algunos casos particulares "formulizado" en aras de obtener un estilo comercial necesariamente superficial - que me lo recuerda. Y me parece que es lógico, habiendo habido ya algunas tandas de nuevos jóvenes ilustradores desde aquella época. Pero es que si algo no le falta a la ilustración son las tendencias, así que tampoco es ésa la única de los últimos años; hay otras que rotaron sobre otros ejes que no eran los nuestros, por supuesto. Y de hecho, más de una más exitosa que a la que me estoy refiriendo... 
Pero es que también nosotros empezamos mirando otros planetas rodar y seguramente su gravedad también nos afectó...
Ahora bien, hay cuestiones estilísticas que son de superficie pero otras que no, así como las hay de mutables y las hay de permanentes, y creo que si bien el autor las intuye, seguramente sería el menos indicado para distinguirlas o enumerarlas. Seguramente porque muchas de ellas provienen más de sus tentativas que de sus aciertos, de sus debilidades que de sus fortalezas...
Y esas cuestiones afloran incluso resolviendo encargos, que no trabajos, aparentemente menores. Porque como ya venía a decir en el anterior post, encargos sí puede haberlos mayores y menores, pero trabajos no. Al menos a priori.
O eso creo yo, vamos... Y por eso precisamente considero que este trabajo es genuinamente mío. Por eso y también porque sé que ya quería hacerlo, y tan bien como pudiera, cuando corría con mi hermano al buzón a por el Cavall Fort del mes.
Ni más ni menos.

sábado, 7 de marzo de 2009

Otras orillas (2)






Ahi van cinco imágenes más del libro de texto para SM mencionado en el anterior post...

Otras orillas





.Hace muchos años, cuando estudiaba pintura, un compañero de clase me acusó de prostituirme como artista - a mis dieciocho añitos y esa cara de angelito! - por estar dispuesto a aceptar pintar un paisaje en trompe-l'oeil sobre el muro del salón de algún burgués (proyecto que afortunadamente no se concretó porque... vaya palo, la verdad!) muy probablemente, entendí pronto, porque el proyecto no habría podido aceptarlo él.

Pero esa inoportuna acusación resonó desde entonces y para siempre en mi cabeza con respecto a la definición de lo que un artista puede considerar los límites de su dignidad como tal dentro del ejercicio de lo que además, es su profesión.
Así que esa ha sido siempre una cuestión que se ha proyectado tanto en los proyectos que acepto encarar con el modo como me enfrento a ellos.
Y así fue como me enfrenté, por ejemplo, a casi dos años de creación de algo tan en el fondo insustancial como una serie de dibujos animados - que no digo que lo sean todas, ni mucho menos - y fue porque creí que podía aportar algo específico a un medio tan mixtificado. Y de hecho, creo que de algún modo así fue. Como creo también que hubiese podido serlo más y mejor si circunstancias ajenas a la creación de la serie no hubiesen interferido en su completo desarrollo. Pero así fue. Y así son las cosas, probablemente porque así tenían que ser...
Pero el caso es que lo que yo ahí aporté me permitió seguir sintiéndome en los límites de mi dignidad como artista. 
Lo mismo me sucede con el libro de texto. Lo que veis en este post son 5 de las 30 imágenes que he hecho sobre 30 lecturas para un libro de lengua de SM. Cuando te encargan libro de texto como éste te encargan poco más que estilo. Puedes no aceptar esa regla en tu manifiesto personal como artista, pero entonces no deberías aceptar tampoco el libro de texto como encargo. Pero puede ser que en tu manifiesto personal eso quepa. 
Y ése es mi caso. Me considero tanto artista como profesional... e intento que los límites de la dignidad de ambos aspectos coincidan. Y si no lo hacen, intento decidir qué opción primará siguiendo lo que me dicta a veces el sentido común o a veces su ausencia. 
Del libro de texto lamento que los ilustradores no supimos o pudimos hacer más cuando aparecieron los famosos contratos de obra colectiva y perdimos de facto nuestra opción a percibir derechos de autor de libro de texto. Así que cuando acepto hacer uno, sé que es porque ahí voy a poder revertir en algo más interesante que lo económico en sí ese simple requerimiento de estilo. Porque es solo estilo, vale, bien... pero sigue siendo un reto meterse en un registro concreto en el que intentar que unos personajes floten en un medio acuático sin poner ese medio, o conseguir encajar unos flamencos, una raya, el Cabo de gata y el coral en una sola imagen, contar una historia epistolar solo con las miradas y la actitud de dos personajes... pero sobretodo, los grandes momentos del dibujo puro y duro, de perseguir la confluencia de ritmos, de equilibrar masas en enrevesados espacios, de guiños privados... porque si la ilustración es un vasto mar, con muchas orillas, el dibujo es el agua. Está, de una forma u otra, en todas esas playas. Y para estar en el mar tanto tiempo tiene que gustarte navegar y zambullirte. 
Y no hablo de logros sino de intentos. Creo que en el fondo, en eso radica la dignidad de encargos de este tipo. Intentar aportar calidad a la base de los monigotes que algunos chavales pintarán sobre tus más que probablemente inútiles esfuerzos en la aburrida clase de lengua. Pero ya si fueran solo unos pocos los que pasarán un rato chulo mirando la imagen, algo aporta. Si no, al menos lo intentaste... y - quien sabe? - tal vez mañana alguno de ellos intente algo parecido para los siguientes por venir... 
Que de eso se trata todo esto, al fin y al cabo.

viernes, 6 de marzo de 2009

A vueltas con la crisis...



Ayer dí una conferencia en la EASD de Valencia en la que pude hacer un repaso de algunas de mis ideas al filo de trabajos recientes, bastantes de los cuales están ya en este blog.
A la vuelta, ya en el tren, analizando mentalmente lo que había mostrado y todavía envuelto en esa especie de neblina que queda después de la intensa descarga de adrenalina que siempre significa hablar en público, me di cuenta de que suelo recurrir a los fenómenos atmosféricos para designar la crisis. Probablemente a la Biblia, a sus plagas y especialmente a su Diluvio Universal se deba - o al menos hasta ahí soy yo capaz de rastrearlo - el poderoso carácter simbólico de los fenómenos atmosféricos y naturales para representar la idea de crisis. 
Y caída del cielo, en riadas desbordadas o en mar abierto, probablemente sea el agua, con su penetrante e incontrolable carácter líquido y su implícita amenaza de violencia súbita y final, la mejor forma de representar los tiempos convulsos. 
El agua como inestable medio que puede ser navegado - a veces con gran dificultad o incluso otras tan solo resistido - y donde sobretodo se puede sucumbir confiere a la imagen que protagoniza algo de travesía, de anhelo de tierra firme y nueva más allá del estruendoso oleaje del ahora...
Como supongo que a muchos de los que nos dedicamos a esto, he tenido por el momento que resolver ya algunas imágenes que tenían la crisis como pivote central del artículo que ilustraban.
La última que hice es la que inauguró este blog hace un par de meses y donde la crisis era una gran tormenta que empezaba. Las otras dos que muestro aquí son dos enfoques distintos de ese mismo tema.
Por un lado, la imagen de la pareja en el barco, que fue publicada ya hace algunos meses en una revista norteamericana llamada Worth Magazine cuando en los titulares de portada la palabra CRISIS ya se escribía en caja alta, era para un artículo que se preguntaba como podía responder la cultura popular a la crisis, y a mi se me ocurrió representar esa especie de inconsciencia autocomplacida y narcisista que parece convertir la realidad en espectáculo y que puede impedirnos darnos cuenta del cariz real de la situación.
Por otro lado, la segunda imagen, la del marinero alejándose de una lluvia de bastos, era para un artículo de psicología de El País Semanal que planteaba las crisis como oportunidades. Se puede jugar un poco a las diferencias con ella y otra imagen mía publicada en este mismo blog...