Taxis, paseantes, turistas, edificios con carácter, farolas, perros, cafés...
Otro día hablaré del glamour y la realidad, sobre lo que aparece en el imaginario publicitario de determinados segmentos de consumo y lo que hay en la pura concreción matérica que somos y habitamos, de como frente a un mundo de pura sangres y toreros, las únicas amazonas que hay en Paseo de Gracia son las pijas de botas de caña que se echan el pelo para atrás con dos dedos indolentes y mantienen el mentón alto mientras pisan probablemente sin ver los empastes que cubren las numerosas caries que presenta el pavimento enlosado con las famosas baldosas diseñadas por Gaudí.
Pero eso será otro día. Hoy toca Paseo.
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