
Esta semana ya llegó todo aquello de las Navidades...
Desde hace ya algunos años, el APIC (Associació professional d’Il·lustradors de Catalunya) otorga los premios Junceda a los profesionales de la ilustración que trabajan en Catalunya – a los que se presentan o son presentados por sus editoriales a concurso, se entiende - con galardones divididos en varias secciones: ficción infantil, ficción adultos, no ficción, animación, prensa, publicidad, multimedia, cómic, cubierta de libro… y aún algunas más.
En la edición de este año he tenido el honor de recibir un Junceda de la sección libro de ficción para adultos por “El Nadal d’un nen de Gal·les” y otro, el de no ficción, por “La meva guia de ioga”, ambos publicados por Viena edicions, más una mención especial en infantil y juvenil por “L’Odissea”, publicado por Combel.
Del primero y del último ya había posteado aquí imágenes y comentarios. Del segundo expongo en este post algunas imágenes.
Hacer un trabajo de las características de “La meva guia de ioga” implica algunos principios que no siempre son fáciles de resolver: la claridad expositiva, la facilidad de lectura o el rigor en cuanto a la exactitud de la información son algunos de ellos.
Así, hubo que dibujar pies, manos, torsos y cabezas en posiciones que ni los embellecían ni los hacía más fáciles de representar, pero que necesariamente debían ser mostrados en el ángulo y la posición en que se muestran para no faltar a la veracidad de la información, con las dificultades que eso entrañaba en ocasiones respecto a no restarle armonía al conjunto…
Para eso, el hecho de que las autoras del libro Gloria Rosales y Gordana Vranjes además de amigas fueran mis profesoras de yoga (cuando lo practicaba habitualmente) ayudó muchísimo a conseguir la veracidad, que no realismo, necesaria en un proyecto de este tipo, que obviamente exigió un gran énfasis en la síntesis en unas imágenes basadas más en la propia experiencia en la práctica del yoga que en el recurso a la fotografia.
Por otro lado, Inés Casals, con una maqueta funcional, elegante y muy dinámica, contribuyó a que el proyecto que nació de la idea de Isabel Monsó, editora de Viena, en Mandiram - el centro de Yoga creado en Barcelona por Gloria y Gordana - tomara cuerpo y presencia en los estantes de las librerías y espero que encima de las esterillas de muchos practicantes que tienen en este libro un manual de referencia impagable.
Afortunadamente César, quien me ayudaba en aquella época, resolvió mucho trabajo previo respecto a la construcción de los cuerpos usando para ello una estructura modular de cuerpo humano que creamos en vectorial. Si no, no sé si un proyecto de esta envergadura hubiese sido asumible.
Pero lo fue, y ahora lo premian. Y yo que me alegro.
Aunque de lo que más me alegro es de que en realidad en esta edición de los Junceda no me llevara tres premios sino cuatro.
El cuarto no fué para mí en concreto ni conllevaba galardón ni reconocimiento oficial alguno, pero lo tomo como tal en la medida en la que reconoce implícitamente la calidad del trabajo que llevamos haciendo desde hace diez años en la Massana en la sección de ilustración, ya que Alba Marina Rivera, Mariona Cabassa, Gerard Armengol, Martín Romero, Elenio Picó y yo mismo (o sea, una parte considerable de la lista de premiados, que incluye otros nombres como Miguel Gallardo, Imma Pla, Berto Martínez, Arianne Faber, Jorge González, Jordi Corbera o Manuel Barrios, y lo siento si me dejo alguno, que me temo que sí…) o bien han estudiado en las aulas de esa escuela o bien nos dedicamos en ellas a compartir con los que vienen lo que sabemos.
Así que ¿qué decir? Pues que en la noche en la que el Barça celebraba en el Camp Nou una temporada gloriosa con sus seguidores, yo celebraba con ellos el orgullo que me da el reconocimiento a mi trabajo que me ha otorgado el jurado de esta edición de los Junceda.
Y que desde aquí les doy gracias a ellos y a todos los que tuvieron algo que ver con esa alegría.
A veces a uno parece que le sobra el tiempo, pero otras el trabajo se acumula de tal forma que ya ni sabe qué hacer para entregar los encargos, de modo que pueden acabar dándose situaciones muy raras, como encontrarse trabajando durante una noche entera en un hotel de Varsovia unas imágenes para un periódico de España…
Con poco material y menos horas por delante, con compromisos el dia siguiente, no hay más opción que superar la angustia de sentirse como un zorro deslumbrado de noche en una carretera y buscar como sea el modo de concentrarse en una imagen que pueda resolverse dentro del plazo y de forma satisfactoria.
Recientemente me ocurrió exactamente eso, e intentando sobreponerme a la sensación de bloqueo y conseguir una vía de trabajo que cumpliera con esos requisitos bajé en tres o cuatro ocasiones al jardín del hotel a fumar ya que en la habitación no se podía (lo cual me parece excelente, la verdad) coincidiendo en una de ellas con un amigable tipo de Cracovia que pensaba que su ciudad era mejor que Varsovia y que dibujar debía ser mejor que representar productos quirúrgicos y cuyo nombre, o lo que me pareció entender, era el de la figura más representada - junto con la del soldado - en siniestras esculturas al aire libre en la ultracatólica Varsovia.
En busca de una imagen sobre la que trabajar, aproveché para intentar descifrar en los cinco minutos de conversación que tuvimos como actuaba en mí y en él el tema del artículo que tenía que ilustrar: la asertividad, o si se prefiere el conjunto de signos destinados a la autoafirmación en una relación interpersonal.
Y dí con algo que creía poder realizar con los medios de que disponía y en un tiempo asumible y, tan importante como eso, de manera suficientemente satisfactoria y digna.
Y aún se desprendía de esa imagen otra menor que creo que fue la propia Varsovia en sí misma la que me la sugirió.
Las dos estaban acabadas a las 5:30 de la mañana.
Y yo me acostaba entonces para levantarme un par de horas después de haber visto amanecer en Polonia.
Así empezaba un viaje de dos días con algunas conferencias y exposiciones de relativo interés pero con momentos y piezas brillantes, ejemplos de fonética árabe marroquí (casi conseguí decir albahaca) una visita a la nada que queda del trágico ghetto de Varsovia, alguna buena noticia desde Barcelona, una conexión via skype con la Patagonia y alguna buena charla, cerveza y paseo...
No sé... pero a mi, a veces, me parece todo un poco raro.
A veces...